jueves, 23 de febrero de 2012

¡QUE ALGUIEN MUEVA ESA SANDÍA!


En la Gran Bañera del Bosque vivían cientos de pequeños insectos y bichitos. Era una simple bañera abandonada, pero resultaba un lugar perfecto para vivir, donde solo había que tener cuidado con el desagüe de la bañera para que no quedara obstruido y una lluvia inoportuna los hiciera morir ahogados. Por eso los forzudos escarabajos eran los encargados de vigilar el desagüe.
Pero una mañana, el desagüe amaneció taponado por una enorme sandía ¡Qué tragedia! Era una fruta tan grande que ni el escarabajo más grande, ni los cinco escarabajos más grandes, ni siquiera todos los escarabajos juntos, pudieron apartarla de allí.
Los insectos más fuertes pusieron toda su energía en la tarea, pero no consiguieron nada. Los más listos aplicaron su inteligencia a encontrar soluciones, y tampoco tuvieron éxito. Finalmente, los más sabios comenzaron a organizar la huida.
Y en medio de tantas penas, una ridícula hormiga extranjera se atrevió a decir que si le dejaban llevarse la sandía ¡Qué graciosilla!
Hicieron falta muchos insectos para calmar a los escarabajos e impedir que aplastaran a la chistosa hormiguita. Pero resultó que la hormiga no estaba bromeando, porque al final del día apareció acompañada por miles y miles de compañeras. Y en perfecto orden, cada una se acercó a la sandía, mordió su trocito, y se lo llevó por donde había venido.
- ¡Pero si así no avanzáis nada! - le dijo un saltamontes a una hormiga que paró un segundo a descansar -. La sandía está igual ahora que antes de que tomaras tu trocito.
- ¿Segurrrro? Humm...- respondió con un extraño acento, como si nunca lo hubiera pensado. Y, sin darle más importancia, retomó su marcha.
Pero algo debió hacer aquel trocito, porque solo unos días después no quedaba ni rastro de la gran sandía. Y desde entonces, muchas de las tareas más pesadas en la Gran Bañera se convirtieron en pequeñas, diminutas tareas, que se hacían mejor poquito a poco.

Pincha aquí para hacer la prueba de lectura

miércoles, 22 de febrero de 2012

DÍA DE ANDALUCÍA


El 28 de Febrero de 1980 los andaluces decidimos en referéndum ser una Comunidad Autónoma. A pesar de los problemas, y a pesar de que algunos hicieron una campaña muy fuerte para que no saliera, más del ochenta por cierto de los andaluces fueron a votar. Y más del noventa y cinco por cierto votaron SÍ a la autonomía.

Hoy esto lo celebramos sobre todo en los centros escolares con un desayuno andaluz (pan con aceite de oliva), cantando el Himno Andaluz (que compuso Blas Infante) y diversas actividades conmemorativas.

Un año después, en 1981, se aprobó el Estatuto de Autonomía que, tras la Constitución, es nuestra norma más importante. En el Estatuto se explican nuestros símbolos (bandera e himno), instituciones y la forma de decidir en asuntos tan importantes como la salud, la educación o la cultura.

        En el año 2007 se reformó el Estatuto de Autonomía, aprobándose en referéndum el 18 de Febrero.

                                             
 HIMNO DE ANDALUCÍA
La bandera blanca y verde
vuelve, tras siglos de guerra,
a decir paz y esperanza,
bajo el sol de nuestra tierra.
¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!
Los andaluces queremos
volver a ser lo que fuimos
hombres de luz, que a los hombres,
alma de hombres les dimos.

martes, 21 de febrero de 2012

POESÍAS PARA ANDALUCÍA





ROMANCE DE LAS OCHO HERMANAS
(Francisco Villaespesa)

Cantares de Andalucía!..
¡Qué bien rima la guitarra
las sonrisas de Sevilla,
los suspiros de Granada
con el silencio de Córdoba
y la alegría de Málaga!
Almería, sus amores
sueña al pie de su alcazaba,
Jaén se adormece a la sombra
de un olivo y una parra...
Huelva, la heroica y altiva
Adelantada de España,
¡sueña con un Nuevo Mundo
en el seno de otras aguas!
Y Cádiz, la danzarina,
baila desnuda en la playa
más blanca en sus desnudeces
que las espumas más blancas.




ACEITUNEROS
(Miguel Hernández)

Andaluces de Jaén
Aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura,
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántante, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Arboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién ,
de quién son estos olivos?
Jaén, levantante brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.



Si quieres leer más, pincha AQUÍ


 

martes, 7 de febrero de 2012

200 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE CHARLES DICKENS


“…Para empezar, digamos que no existía duda alguna de que Marley estaba muerto. El registro de su defunción había sido firmado por el capellán, el escribano, el director de la funeraria y el encargado del cementerio. Scrooge lo firmó también, y su firma era digna de crédito en cualquier documento donde se viera estampada, pero..."
"...Cuando estaba apoyando la mano en el picaporte, una extraña voz lo llamó por su nombre y lo invitó a entrar. Scrooge obedeció. Era su propia sala. No cabía ninguna duda al respecto.Pero había sufrido una transformación sorprendente.
Las paredes y el techo estaban tan adornados con verdes hojas naturales que parecía, en verdad, un pequeño bosque donde centellaban por todas partes bayas de colores resplandecientes. Las hojas frescas y finas de acebo, de muérdago y de hiedra reflejaban la luz, como si alguien hubiera estado sembrando millares de espejitos.
Un magnífico fuego, como jamás había conocido la aburrida losa de piedra ni en la época de Scrooge, ni de Marley, ni por muchos y muchos inviernos pasados, subía rugiendo por la chimenea.
Apilados en el piso, formando una especie de trono, había pavos, gansos, perdices, pollos, fiambres, grandes piezas de carne, lechones, largas ristras de salchichas, tortas galesas, budines de ciruela, barriles de ostras, castañas bien rojas, manzanas coloradas, naranjas jugosas, espléndidas peras, inmensas roscas de Reyes y espumantes baldes de ponche, que empañaban la atmósfera de la habitación con sus deliciosos vapores.
Sentado cómodamente sobre este sofá, había y era una gloria contemplarlo un Gigante feliz, que llevaba en la mano una antorcha resplandeciente, de forma semejante a la del Cuerno de la abundancia y la mantuvo bien en alto, para iluminar a Scrooge cuando este se asomó atisbando por la puerta."