martes, 7 de febrero de 2012

200 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE CHARLES DICKENS


“…Para empezar, digamos que no existía duda alguna de que Marley estaba muerto. El registro de su defunción había sido firmado por el capellán, el escribano, el director de la funeraria y el encargado del cementerio. Scrooge lo firmó también, y su firma era digna de crédito en cualquier documento donde se viera estampada, pero..."
"...Cuando estaba apoyando la mano en el picaporte, una extraña voz lo llamó por su nombre y lo invitó a entrar. Scrooge obedeció. Era su propia sala. No cabía ninguna duda al respecto.Pero había sufrido una transformación sorprendente.
Las paredes y el techo estaban tan adornados con verdes hojas naturales que parecía, en verdad, un pequeño bosque donde centellaban por todas partes bayas de colores resplandecientes. Las hojas frescas y finas de acebo, de muérdago y de hiedra reflejaban la luz, como si alguien hubiera estado sembrando millares de espejitos.
Un magnífico fuego, como jamás había conocido la aburrida losa de piedra ni en la época de Scrooge, ni de Marley, ni por muchos y muchos inviernos pasados, subía rugiendo por la chimenea.
Apilados en el piso, formando una especie de trono, había pavos, gansos, perdices, pollos, fiambres, grandes piezas de carne, lechones, largas ristras de salchichas, tortas galesas, budines de ciruela, barriles de ostras, castañas bien rojas, manzanas coloradas, naranjas jugosas, espléndidas peras, inmensas roscas de Reyes y espumantes baldes de ponche, que empañaban la atmósfera de la habitación con sus deliciosos vapores.
Sentado cómodamente sobre este sofá, había y era una gloria contemplarlo un Gigante feliz, que llevaba en la mano una antorcha resplandeciente, de forma semejante a la del Cuerno de la abundancia y la mantuvo bien en alto, para iluminar a Scrooge cuando este se asomó atisbando por la puerta."