lunes, 19 de enero de 2015

 DÍA ESCOLAR DE LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA

30 DE ENERO 

 

El Día Escolar de la No-violencia y la Paz (DENIP) fue declarado por primera vez en 1964. Surge de una iniciativa pionera, no gubernamental, independiente, y voluntaria de Educación No-violenta y Pacificadora del profesor español Llorenç Vidal. Su objetivo es la educación en y para la tolerancia, la solidaridad, la concordia, el respeto a los Derechos Humanos, la no-violencia y la paz. En este día, los colegios y centros se convierten en instrumentos de paz y entendimiento entre personas de distinta formación, raza, cultura y religión.

El día 30 de Enero se conmemora además la muerte del líder nacional y espiritual de la India, el Mahatma Gandhi, el 30 de Enero de 1948, asesinado a tiros por un fanático hinduista.

 

CUENTOS PARA LA PAZ 

 LA LEYENDA DEL ARCOÍRIS


    
BUSCANDO LA PAZ 



 EL VENDEDOR DE GLOBOS

Una vez había una gran fiesta en un pueblo. Toda la gente había dejado sus trabajos y ocupaciones de cada día para reunirse en la plaza principal, en donde estaban los juegos y los puestos de venta de cuanta cosa linda una pudiera imaginarse.

Los niños eran quienes gozaban con aquellos festejos populares. Había venido de lejos todo un circo, con payasos y equilibristas, con animales amaestrados y domadores que les hacían hacer pruebas y cabriolas. También se habían acercado hasta el pueblo toda clase de vendedores, que ofrecían golosinas, alimentos y juguetes para que los chicos gastaran allí  los pesos que sus padres o padrinos les habían regalado con objeto de sus cumpleaños, o pagándoles trabajitos extras.

Entre todas estas personas había un vendedor de globos. Los tenía de todos los colores y formas. Había algunos que se distinguían por su tamaño. Otros eran bonitos porque imitaban a algún animal conocido, o extraño. Grandes, chicos, vistosos o raros, todos los globos eran originales y ninguno se parecía al otro. Sin embargo, eran pocas las personas que se acercaban a mirarlos, y menos aún los que pedían para comprar algunos.

Pero se trataba de un gran vendedor. Por eso, en un momento en que toda la gente estaba ocupada en curiosear y detenerse, hizo algo extraño. Tomó uno de sus mejores globos y lo soltó. Como estaba lleno de aire muy liviano, el globo comenzó a elevarse rápidamente y pronto estuvo por encima de todo lo que había en la plaza. El cielo estaba clarito, y el sol radiante de la mañana iluminaba aquel globo que trepaba y trepaba, rumbo hacia el cielo, empujado lentamente hacia el oeste por el viento quieto de aquella hora. El primer niño gritó:

-¡Mira mamá un globo!
Inmediatamente fueron varios más que lo vieron y lo señalaron a sus chicos o a sus más cercanos. Para entonces, el vendedor ya había soltado un nuevo globo de otro color y tamaño mucho más grande. Esto hizo que prácticamente todo el mundo dejara de mirar lo que estaba haciendo, y se pusiera a contemplar aquel sencillo y magnífico espectáculo de ver como un globo perseguía al otro en su subida al cielo.

Para completar la cosa, el vendedor soltó dos globos con los mejores colores que tenía, pero atados juntos. Con esto consiguió que un tropilla de niños pequeños lo rodeara, y pidiera a gritos que su papá o su mamá  le comprara  un globo como aquellos que estaban subiendo y subiendo. Al gastar gratuitamente algunos de sus mejores globos, consiguió que la gente le valorara todos los que aún le quedaban, y que eran muchos. Porque realmente tenía globos de todas formas, tamaños y colores. En poco tiempo ya eran muchísimos los niños que se paseaban con ellos, y hasta había alguno que imitando lo que viera, había dejado que el suyo trepara en libertad por el aire.

Había allí cerca un niño negro que, con dos lagrimones en los ojos, miraba con tristeza todo aquello. Parecía como si un honda angustia se hubiera apoderado de él. El vendedor, que era un buen hombre, se dio cuenta de ello y llamándole le ofreció un globo. El pequeño movió la cabeza negativamente, y  rehusó  tomarlo.
-Te lo regalo, pequeño-le dijo el hombre con cariño, insistiendo para que lo tomara.

Pero el niño negro, de pelo corto y ensortijado, con dos grandes ojos tristes, hizo nuevamente un ademán negativo rehusando aceptar lo que se le estaba ofreciendo. Extrañado el buen hombre le preguntó al pequeño qué era entonces lo que lo entristecía. Y el negrito le contestó, en forma de pregunta:

-Señor, si usted suelta ese globo negro que tiene ahí ¿Será que sube tan alto como los otros globos de colores?
Entonces el vendedor entendió. Tomó un hermoso globo negro, que nadie había comprado, y desatándolo se lo entregó al pequeño, mientras le decía:-Haz tú  mismo la prueba. Suélltalo y verás como también tu globo sube igual que todos los demás.

Con ansiedad y esperanza, el negrito soltó lo que había recibido, y su alegría fue inmensa al ver que también el suyo trepaba velozmente lo mismo que habían hecho los demás globos. Se puso a bailar, a palmotear, a reírse de puro contento y felicidad.
Entonces el vendedor, mirándolo a los ojos y acariciando su cabecita ensortijada, le dijo con cariño:

-Mira pequeño, lo que hace subir a los globos no es la forma ni el color, sino lo que tiene adentro.
MAMERTO MENAPACE


CUENTO EN VERSO: El consejo de Facundo


                                    Una noche en la laguna,
un mono, sobre la una,
fue a refrescarse una pata
y encontró un pastel de nata.
"Voy a comérmelo entero,
para eso lo vi el primero",
dijo el mono en un arbusto,
relamiéndose de gusto.
Y bajo la luna llena,
agitando su melena,
dijo airado el rey León,
enfadándose un montón:
"¡Ay!, de eso nada, monada,.
Esta tarta merengada
es mía según la ley;
¿no ves que yo soy el rey?"
La hipopótama Frasquilla
le gritó desde la orilla:
"Aunque tú seas monarca,
yo soy reina de esta charca
El pastel me pertenece.
Cariño, ¿no te parece?"
Y un hipopótamo enorme
le contestó: "Estoy conforme".
Llegó en ese mismo instante
Casimiro el elefante.
"¿Tendrá dentro trufa o moca?
Se me hace agua la boca.
Seguro que está de muerte,
y como soy el más fuerte
y todos me tienen miedo,
yo esta tarta me la quedo."
A rabazos, a zarpazos,
cabezazos y trompazos,
quisieron, con fuerza bruta,
acabar con la disputa.
Facundo el rinoceronte
bajó trotando del monte
a poner fin de una vez
a tamaña insensatez.
"¿Os parece bien, ceporros,
arreglar esto a mamporros?
Ser salvajes y violentos
sólo causa sufrimientos.
¡Vaya cuatro majaderos!
Estáis que da pena veros:
despeinados, magullados
y con los ojos morados."
Y mientras tanto el pastel
se lo llevó el sol con él:
la luz del amanecer
lo hizo desaparecer.
Y los cuatro, hechos un lío,
vieron el lago vacío:
el pastel tan deseado
no estaba por ningún lado.
"No tengáis pena ninguna
que volverá con la luna.
Poned todos atención,
¡ya tengo la solución!:
Repartid -dijo Facundo-,
que habrá para todo el mundo.
Pues compartiendo, además,
se disfruta mucho más.
Con gran fiesta y alborozo
comen cada noche un trozo.
El pastel tan singular
dura medio mes lunar.
Pero ya no sienten pena,
pues cuando haya luna llena
en la laguna de plata,
habrá otro pastel de nata.
                                 
                               Carmen Gil